El pasado de Colombia está marcado por eventos naturales que han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. El 26 de septiembre de 1970, Bahía Solano, en el departamento de Chocó, vivió una tragedia sin precedentes cuando tres sismos sacudieron la localidad en menos de 24 horas, dejando la mayoría de sus construcciones en escombros.
Según los registros del Servicio Geológico Colombiano, los temblores tuvieron magnitudes de 6.6, 5.8 y 6.5 y se registraron a las 7:02 am, 9:57 am y 10:38 pm, respectivamente. A pesar de la magnitud de los sismos, no se reportaron víctimas mortales, gracias a que la población, alerta por los eventos sísmicos, se encontraba al aire libre. Sin embargo, el paisaje urbano de Bahía Solano cambió por completo: el 39% de sus edificios quedaron en ruinas, 24% presentaron fuertes daños, 21% sufrieron daños leves y solo el 16% no tuvieron daños visibles. Instituciones vitales como la iglesia, el hospital, la alcaldía y el banco no resistieron la furia de la naturaleza.
La tragedia fue seguida por un éxodo masivo. El pánico desencadenado por los sismos y las constantes réplicas que se sintieron durante 15 días impulsaron a un tercio de la población a abandonar el municipio. La evacuación comenzó el 27 de septiembre de 1970, con desplazamientos por vía aérea y marítima hacia ciudades como Medellín, Quibdó, Cali y Buenaventura.
El suelo de Bahía Solano, compuesto en gran parte por arenas saturadas de agua, amplificó las ondas sísmicas, agravando la destrucción. Estos terremotos no solo sacudieron a Bahía Solano, sino que también se sintieron en otras partes de Chocó, así como en los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Valle del Cauca y hasta en Bogotá.
La reciente actividad sísmica en Colombia ha revivido entre los más mayores el recuerdo de aquellos eventos devastadores de hace 53 años, recordándonos la importancia de estar preparados ante la inminente fuerza de la naturaleza.
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