Crisis migratoria en Turbo y Necoclí: 5.000 personas varadas enfrentan carestía y condiciones inhumanas.

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Algunos migrantes duermen en las calles o playas de municipios como Turbo y Necoclí. Algunos ajustan meses varados en la zona, sin plata, con hambre. FOTO Camilo Suárez

Turbo y Necoclí, dos localidades colombianas, son testigo de la desesperación y el anhelo de miles de migrantes que sueñan con cruzar el Tapón del Darién para alcanzar un futuro mejor en Estados Unidos. Sin embargo, la realidad es que 5.000 de ellos, provenientes de diversos países como Venezuela, Colombia, Perú, Chile, China y Rusia, están atrapados en estas áreas, luchando contra el hambre, la explotación y la adversidad.

Ronald Castro, un venezolano que viajó desde Chile a pie, es uno de esos migrantes que espera ansiosamente poder cruzar hacia Panamá. Sin embargo, las difíciles condiciones climáticas, los cierres de fronteras y la elevación alarmante de precios han paralizado sus esfuerzos y los de muchos otros. El costo para cruzar ha aumentado de $70 a $350 dólares en un corto período de tiempo, dejando a muchos sin opciones y a la espera de un milagro financiero.

En este contexto, la subregión del Urabá se ha convertido en un crisol de culturas, donde diversos acentos se funden en una sola voz de desesperación. A pesar de las pintorescas playas de arena fina en Necoclí, la belleza se desvanece para los migrantes que enfrentan días de hambre y falta de refugio. La comida es escasa, y muchos tienen que conformarse con lo poco que pueden encontrar, como fue el caso de un grupo que se vio obligado a cocinar una mantarraya que habían encontrado.

La explotación es evidente en el área. Los precios exorbitantes de los servicios básicos, como cargar un celular o conseguir un lugar para dormir, estrangulan aún más los bolsillos de los ya empobrecidos migrantes. Los vendedores locales han aprovechado especialmente a los migrantes chinos, a quienes les cobran precios desorbitantes.

En Turbo, la situación es un reflejo de Necoclí, pero con una diferencia en los precios de travesía. Una ruta alterna ofrece el cruce a $165.000, un precio significativamente más bajo. A pesar de este “descuento”, muchos aún se encuentran atrapados debido a la falta total de recursos.

Las autoridades locales han admitido falencias en la atención y carencia de recursos. La alcaldesa (e) de Turbo, Paola Rodríguez, reconoció las dificultades y señaló que, aunque llegan 200 migrantes legales diariamente y salen 800, la realidad puede ser mucho más complicada debido a los registros no contabilizados.

El drama humano de estos migrantes, muchos de los cuales están atrapados en condiciones inhumanas, sin acceso a servicios básicos y enfrentando explotación, pone de manifiesto la necesidad urgente de una intervención y solución humanitaria.

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