Por: Fredinson Salas
Alguna vez el nobel de literatura de origen ruso Alexander Solzhenitsyn comentó
“Sabemos que nos mienten. Saben que nos mienten. Saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que saben que sabemos que nos mienten. Y aún así, siguen mintiendo”, en esta frase es la realidad de un departamento del Chocó que se encuentra encerrado en el interminable círculo vicioso del latrocinio de sus arcas. Ahora bien, ese círculo vicioso en el cual está el pueblo Chocoano desde tiempos inmemoriales, y nos tiene agobiados en un desgobierno tremendo, hace que tomemos medidas desesperadas al punto que los Chocoanos nos hemos vuelto expertos en levantar muros de lamentos, pero en desdecir de esos lamentos con nuestras acciones, porque siempre que llegan los tiempos decisivos terminando reafirmando que merecemos la suerte que hoy rige nuestros destinos.
Asimismo, en esa frase se podría resumir los comportamientos de la clase política Chocoana y el Pueblo Chocoano que paradójicamente actúa como el Uróboros, la serpiente que se come a sí misma y que sin más termina acabándose, el tema del Chocó en relación a esta problemática se caracteriza por su complejidad porque es una situación que obedece a un hecho anómico que se corresponde con razones históricas y culturales, aunque sea difícil de creer por anormalidad en el Chocó hasta para graduarte de la Universidad Publica luego de haber cumplidos con todas exigencias debes tener algún tipo de influencia, vivir en mi departamento se resumen en tener relaciones y contactos adecuados, porque de lo contrario tienes asegurada una vivencia en condiciones miserables.
En un contexto donde se ha normalizado y legitimado que el ser corrupto si paga y al tiempo te permite ingresar jet set Chocoano o el selecto club famosamente conocidos como “los embilletados”, es apenas lógico que muchos se disputan por estar ahí y hacen cualquier cosa por acceder a ese honor, desconociendo que es la peor decisión que pueden tomar porque es un camino sin retorno.
Sobre algunos de estas preguntas se podría afirmar que no hace falta ser un genio para creer el despropósito de un simple operador o coordinador podría tener toda la capacidad de acción para lo que se hizo, es obvio que detrás de estos hay fuerzas con mayor poder e influencia que paradójicamente duermen tranquilos porque saben que este es una forma de limpiar sus nombres