“Coyotes” colombianos fueron condenados a más de 40 años de cárcel en Estados Unidos.

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Esta es la macabra historia de dos hombres que acaban de ser sentenciados por la justicia estadounidense por liderar una red que traficó con cerca de 2.500 personas y que asesinó a dos cubanos.
Camilo Ibarguen, de 23 años, y Johan Carriazo, de 27, pasarán el resto de su vida en una prisión de Estados Unidos. A diferencia de la mayoría de las noticias de este tipo, que involucran a colombianos extraditados, el caso de estos dos hombres no está relacionado con narcotráfico. El lunes 11 de febrero se convirtieron en los primeros ciudadanos de Colombia en recibir la más dura condena por el delito de tráfico de migrantes. No se trata de cualquier tipo de pena. Fueron sentenciados a 45 y 50 años de prisión, mucho más tiempo que el recibido por grandes capos de la droga.

“Los acusados se embarcaron un viaje mortal de contrabando de personas en el cual dos víctimas pagaron el precio final”, dijo la fiscal del Distrito Sur de Florida, Ariana Fajardo Orshan. “Las sentencias federales significativas de prisión impuestas contra los contrabandistas no pueden devolver la vida, pero esperamos que sirvan para frustrar el peligroso negocio del contrabando de extranjeros”, añadió la funcionaria.
El caso por el que fueron condenados estos dos colombianos ocurrió el ocho de septiembre de 2017 en el golfo de Urabá. Hasta allí llegó una pareja de cubanos, quienes junto a un amigo, arribaron desde Venezuela con el fin de cruzar a Panamá y seguir rumbo a Estados Unidos. En Capurganá contactaron a Ibarguen y Carrizo, jefes de una red local de tráfico de migrantes. Les cobraron 1.500 dólares por atravesar en lancha el golfo hasta territorio panameño.

Una vez en alta mar los colombianos sacaron armas blancas y exigieron más dinero a los cubanos. Cuando estos les dijeron que no tenían más, los lancheros los apuñalearon con cuchillos y ocultaron los cuerpos atados a un tronco en el fondo de la Ciénaga de Matuntugo. Uno de los migrantes, gravemente herido simuló estar muerto y vio como degollaron a su novia después de violarla. Fue el único sobreviviente y fue rescatado por la armada horas después del crimen.
Tras el asesinato la Dirección de Policía Judicial e Interpol (Dijín) , junto con agencias estadounidenses comenzaron la investigación. Unos meses después lograron capturar a los dos colombianos, quienes estaban solicitados en extradición por una corte de Estados Unidos señalados de “conspiración para instigar e inducir a los extranjeros a llegar y residir en los EE. UU. e instigar e inducir a los extranjeros a llegar y residir en EE. UU. (…) sabiendo que dicha entrada es o será en contravención de la ley”, afirmaba el indictmen. A finales de 2017 fueron extraditados. Se trató del primer caso en que colombianos traficantes de personas fueron enviados para responder ante las cortes americanas. Las pesquisas de las autoridades continuaron varios meses más tarde, en febrero de 2018, el resto de la red que conformaban estos dos hombres fue desarticulada dejando en evidencia el drama y la dimensión que existe tras ese perverso negocio ilegal de tráfico de personas en Colombia.
Vía: Revista Semana.

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