En el municipio de Riosucio, Chocó, frente al establecimiento de Aida Castro, existe un espacio cargado de significado que invita a recordar, resistir y construir futuro desde la memoria. Se trata de un lugar donde las víctimas del conflicto armado son homenajeadas, donde se alienta la búsqueda de los desaparecidos y se mantienen vivas las historias que la violencia intentó silenciar.
En el lugar se pueden apreciar expresiones artísticas, artesanías y relatos comunitarios que reconstruyen fragmentos de la historia reciente del municipio. Uno de los testimonios más conmovedores es el de Santa Cruz de la Loma, y el recuerdo de liderazgos como el de Ricardina, asesinada por las FARC en 1997. Estas memorias han sido recogidas con respeto y compromiso, buscando siempre la dignificación de quienes fueron asesinados o desaparecidos.
Además de ser un lugar simbólico, el espacio ha tenido un impacto concreto: con apoyo de autoridades competentes y en articulación con organizaciones sociales, se ha logrado avanzar en procesos de búsqueda que han permitido dar sepultura digna a algunas personas desaparecidas, ofreciendo un alivio espiritual a sus familias.
“El espacio de memoria no es solo para recordar el pasado, sino para sembrar conciencia y esperanza en las nuevas generaciones”, señala Marcial Gamboa. Su labor ha sido constante en la promoción de encuentros, diálogos y actividades que fortalecen el tejido comunitario desde la reflexión colectiva.
En un territorio marcado por el dolor, este esfuerzo se levanta como una muestra de dignidad y resistencia, con la firme intención de no olvidar y de seguir construyendo verdad desde las raíces más profundas de la comunidad.
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