Con lágrimas de felicidad familias en Belén de Bajirá y en el Urabá regresaron a sus predios.

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Con lágrimas de felicidad las familias Higuita, Duarte y Cartagena, recibieron las tierras de donde tuvieron que huir en los años noventa a causa de la violencia en el Urabá antioqueño y chocoano, y que ahora recuperaron gracias a los fallos proferidos por la justicia en marzo de este año, a la gestión realizada por la Unidad de Restitución de Tierras y el apoyo de la Fuerza Pública.

Las primeras entregas se llevaron a cabo en la vereda los Cedros del corregimiento de Belén de Bajirá del municipio de Riosucio (Chocó), donde se encuentran ubicados los predios Carabanchez y La Ilusión, que tienen una extensión de 90 hectáreas con 8.594 metros cuadrados. Ambos terrenos atravesados por la vía que lleva hasta aquel lugar, fueron los que vieron nacer a los hijos de Pedro Pablo Higuita Ochoa (QEPD) y ahora le pertenecen a su esposa, quien retornará con sus descendientes para cumplir el sueño de cultivar el campo.

“Sentimos mucha alegría, han pasado 24 años desde que la violencia nos hizo salir de acá; ahora queremos trabajar la ganadería, la agricultura y vivir del campo. Este era el sueño de mi papá”, dijo Marleny Higuita, hija de los beneficiarios, quien también agradeció a los colaboradores por no desfallecer en la lucha por recuperar sus derechos territoriales.

Después de evidenciar la alegría de esta familia, miembros de la Unidad se desplazaron por más de hora y media en carro y media más a pie hasta el predio La Esperanza, situado en área rural de la vereda El Tigre del municipio de Chigorodó, Antioquia, donde se encontraban Dora Nelly Duarte y Ana Judith Cartagena Vargas, dos concuñadas quienes solicitaron la restitución de la finca en la que vivían con sus esposos y suegros, pero que abandonaron después de que grupos armados ilegales les quitaran la vida a sus esposos el 21 de diciembre de 1996. En estos mismos hechos el padre de los dos hermanos fue herido y un día después murió en el hospital del municipio de Apartadó.

“En esta finca de 42 hectáreas asesinaron a mi tío, mi padre y mi abuelo, tuvimos que enterrarlos en el patio de esta misma casa y nos fuimos con mucho miedo. La historia siguió hasta el 2007 cuando el CTI tuvo que desenterrarlos para tratar de esclarecer lo que pasó. Ahora que volvemos tenemos esperanza”, aseguró María Elena Uribe Duarte, hija de una de las beneficiarias del proceso.

Además de la restitución material, la Unidad de Restitución garantizará la asesoría técnica y los recursos para la implementación de proyectos productivos y según los fallos judiciales los beneficiarios tendrán el apoyo del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas y asistencia en temas de vivienda, educación, salud, alivios y/o exoneración de pasivos, formalización del predio, actualización catastral, seguridad y protección, entre otros beneficios para reiniciar sus proyectos de vida.

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